RELATOS INSPIRADOS EN UNA IMAGEN (manos)
Relatos inspirados en esta imagen.
La diadema
"La diadema esta torcida"
me decías mientras lavabas en la tinaja.
me decías mientras lavabas en la tinaja.
Pero ahora ya no lavas.
A veces me miras un rato.
Yo espero.
A veces te cojo la mano, la pongo en mi diadema.
Sigo esperando
La diadema esta torcida....
Ya no me dices nada.
La tina.
Les mans semblaven com les de ma mare escorrent la roba. Eixes mans aspres i descuidades que no deixaven de trafegar en els llavadors públics, fent un tap improvisat amb un trosset de roba i refregant una volta i una altra, la roba en aquells trossets de sabó que feia la meua àvia i que abans havia deixat curar a la falsa, dins un caixonet de fusta de codonyat.
Passat un temps ja va arribar aigua a casa, però aleshores ens faltava el safareig, als pobres sempre ens falten coses...
Era quan feia l'aparició estel·lar la tina, aquella tina que aprofitava per a tot: per a rentar la roba, i quan feia bon temps, plena d'aigua es treia al carrer perquè el solet escalfara l'aigua i dins ens rentaven els cossets menuts de la casa, bruts per fòra però amb els seus corets blancs com la neu.
Bendita ignorancia
Sobreviviendo
Hoy no está en clase. Pregunto a sus compañeros y no me contestan, pero sus miradas indican rabia. Hace varios días que no acude. Indago.
Me dicen que los han visto de puerta en puerta, pidiendo un sitio donde vivir, algo para comer, lo que sea, … que los han desahuciado…
Están en el campo; en la naranja, me aclaran. Los veo, él y su hermano. Están recogiendo fruta. Voy a hablar con ellos.
- Tienes que ir a clase. No puedes trabajar. No tienes edad.
- No. Hay que conseguir dinero para la comida y para pagar la casa. Mi padre no está bien y también necesita medicinas.
El secreto
Passat un temps ja va arribar aigua a casa, però aleshores ens faltava el safareig, als pobres sempre ens falten coses...
Era quan feia l'aparició estel·lar la tina, aquella tina que aprofitava per a tot: per a rentar la roba, i quan feia bon temps, plena d'aigua es treia al carrer perquè el solet escalfara l'aigua i dins ens rentaven els cossets menuts de la casa, bruts per fòra però amb els seus corets blancs com la neu.
Bendita ignorancia
María es una mujer bajita, de pelo negro, muy negro, con bastantes canas y de tez morena, como tiene que ser una gitana de pura raza.
Es muy temprano, está empezando a despuntar el día.
Se levanta sin pereza, se peina y, como todas las mañanas, se va a la fuente más cercana a por agua, para empezar las tareas de la casa.
Hasta la fecha siempre lo mismo, encender la lumbre y barres la casa, que no son más que cuatro paredes con una chimenea, una mesa, cuatro sillas y una cortina que la separa de la habitación en la que duerme con su Antonio.
La casaron con 14 años, tuvo dos hijos, Candela es la mayor, también la casaron muy joven, con veinte años ya tiene 2 hijos y preñada que está.
Del Paco no quiere ni hablar, está en la cárcel, dicen que por vender droga, pero en su corazón le da un palpito que no, que lo engañaron por tonto.
Su Antonio siempre acude a casa cuando está la comida puesta, come sin siquiera mirarla y se va. De cara a la noche vuelve, cena algo y se va a dormir. Eso la noche que no se queda por ahí con sus cosas, él sabrá. Si algo no le sale bien se mete con María, la insulta e incluso le levanta la mano. María piensa, pobre Antonio, estará nervioso por algo que le habrán hecho, y se acuesta pensando en las tareas de mañana.
Esta es la vida de María. Todo esto lo lleva bien, es lo que ha visto desde que tiene uso de razón, así que todo está bien, en su sitio, controlado, menos lo de su Paco, pero ya saldrá y cambiará por la cuenta que le trae.
Pero todo cambió cuando vino a verla una paya que dice ser algo del ayuntamiento, que está para ayudarla. Le dice que si su marido es un maltratador, y que su hija si no
espabila seguirá el mismo camino que ella. De su hijo dice que ya hace años anda metido en el mundo de las drogas, aparte de otras cosas.
María no deja de hacer lo mismo cada día, pero ahora con odio, rabia, amargura, por tener lo que tiene. Porque ahora no se puede quitar de la cabeza la vida que le han inculcado, pero día a día se repite que ya no puede hacer nada. En ocasiones intenta ver alguna salida a ese laberinto en la que la metieron. Pero no, no la ve.
La paya del ayuntamiento, después de apuntar algunas cosillas y decirle que ya tendría noticias, que no se preocupara, que haría todo lo que estuviese en su mano para ayudarla, pues... ya no la ha vuelto a ver.
María maldice el día en que la paya invadió su espacio, un espacio pequeñito en el que tenía su vida, como un pez en una pecera. Pecera que con su martillo y sus leyes, golpeo hasta hacer añicos.
Sobreviviendo
Hoy no está en clase. Pregunto a sus compañeros y no me contestan, pero sus miradas indican rabia. Hace varios días que no acude. Indago.
Me dicen que los han visto de puerta en puerta, pidiendo un sitio donde vivir, algo para comer, lo que sea, … que los han desahuciado…
Están en el campo; en la naranja, me aclaran. Los veo, él y su hermano. Están recogiendo fruta. Voy a hablar con ellos.
- Tienes que ir a clase. No puedes trabajar. No tienes edad.
- No. Hay que conseguir dinero para la comida y para pagar la casa. Mi padre no está bien y también necesita medicinas.
Busco ayuda en las organizaciones tanto municipales como en la iglesia.
De momento reciben un cheque de 200 euros mensuales, para comprar en el supermercado.
Paseando por la plaza me encuentro a la madre con la hermana limpiando
un portal.
-
Ya tenemos casa. No es como la nuestra,
la que nos quitaron, pero no estamos en la calle… y tenemos dinero para comer.
-
Los vecinos nos están ayudando, a
los chicos les han dado faena y a mí también.
Le miro las manos y las veo enrojecidas, con esos sabañones que me
indican el frío que están pasando. Y escurre la bayeta y sigue limpiando.
Me sonríe y me despido.
El secreto
Menuda ocurrencia!
Un fin de semana en el pueblecito de los abuelos. Lejos del mundanal
ruido! - dijo mi hermana.
- Sin internet, sin móvil! - añadieron con falsa alegría los demás.
- Sin internet, sin móvil! - añadieron con falsa alegría los demás.
La carretera
era estrecha y con curvas; muchas curvas. El pavimento apenas se veía con las
luces del coche. La luna se escondía tras nubes oscuras. Pasadas cuatro interminables
horas subiendo por carreteras y bordeando precipicios, llegamos a nuestro
destino: veinte casas y seis vecinos.
En las
afueras de la aldea se alzaba el caserón de mis abuelos. Las luces del coche permitieron
encajar la llave en la cerradura. La
vivienda, cerrada durante años, olía a polvo. Los muebles, cual fantasmas,
cubiertos con sábanas blancas. Con la luz de las linternas nos acomodamos y,
tras una ligera cena, las dos parejas nos retiramos a las habitaciones. El
silencio me impedía dormir, los recuerdos acudían a mi mente.
Mi infancia
estaba a unida a mi hermana Sofía. Siempre juntas, recorriendo cada rincón de
la casa y del pueblo. Terminada la universidad, ella se fue con Armando y se
separaron nuestros mundos.
Yo continuaba regresando a este paraíso de ensueño del que mi querida hermana ya no formaba parte. Fueron años intensos en los que el temor a ser descubierta era sobrepasado por la locura ciega en la que mis sentimientos me envolvían. Era parte de mi vida, recuerdos que secretamente protegía.
Yo continuaba regresando a este paraíso de ensueño del que mi querida hermana ya no formaba parte. Fueron años intensos en los que el temor a ser descubierta era sobrepasado por la locura ciega en la que mis sentimientos me envolvían. Era parte de mi vida, recuerdos que secretamente protegía.
Súbitamente
mi respiración se detuvo, se abrieron mis ojos y vi el peligro que me acechaba.
Repasé cada detalle que me pudiese delatar y lo vi. Me levanté de la cama.
Carlos dormía plácidamente. Salí de la habitación y comprobé que en la
habitación donde dormían Sofía y Armando estaba en silencio. Con la luz de una
vela cogí agua y un trapo. Subí las escaleras hasta el desván, mi refugio. En
la pared quedaba evidencia de lo que pasó hace años. Compulsivamente froté la
pared con el paño húmedo hasta que desapareció aquello que me amenazaba.
Ya en
la cocina froté el paño con el agua helada. Mis manos se volvían rojas y me
dolían. Miré el trapo y constaté que ya no quedaban restos. La calma regresó. Sabía
que mis recuerdos estaban a salvo. Al regresar a mi cama y envolverme con la manta cerré los
ojos y recordé aquello que había hecho desaparecer: Un gran corazón con una
inscripción " Beatriz y Armando forever".
Buidor
"Recargola el cor, recargola el pensament. Buida’l de tot allò que t’angoixa.
Desseca la ment de maleits records, desseca-la i després… rega-la de vibracions tendres i d’amor.”
Aquesta idea es retorcia al seu cervell, no donava lloc a un altre propòsit ni designi.
El seu amant l’havia abandonada, deixant un cor necessitat, un cor que buscaba esprémer eixa amargor…però solament gotejava pus, el retorçava però més degoteig, d’un pus fruit d’una ferida gangrenada: mai va perdonar la seua infidelitat.
Escórre’l no la tranquil·litzava.
No era fácil buidar-lo, drenar-lo d’allò que li feia mal: els records.
Només quedava eixugar-lo.
Estava tan esgotat, tan exhaurit , el va assecar tant que es va extingir.
Mai més no tornaria a bombejar tendresa ni a bategar amor.
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