Relatos de temática libre.
Aguas que sollozan
Ríos de agua clara que se
torna turbia al reflejo de mi efigie.
«¿No te gusto, querido
Akragas, que sollozas con mi rostro? ¿Narciso ya no es esa bella flor?»
Tal vez, sea esa lúgubre
sombra que me acompaña allá donde voy día tras día desde aquel aciago momento
que me consume el alma.
Las aguas cristalinas se
arremolinan con mi presencia, con mi reflejo, sin saber curar aquel porqué tan
deseado por mis entrañas.
Tristeza, llanto,
desolación son el producto que viene en pos de mí al buscar sin descanso el
sosiego que tanto anhelo del correr del agua.
Eso cambiará, seguro que
lo hará, me repito una y otra vez. Solo deseo mirar frente a frente ese día tan
ansiado. Y esas aguas, que no cesan en su camino al mar, sonreirán al verme
regresar.
Aarón
Las gracias
Estaba anocheciendo y llegaba la hora de cerrar el pequeño comercio que regentaba la Sra. Carmen. Estando ya recogiendo vio a través de los cristales que un coche aparcaba delante de la puerta. Le pareció salir de él a un señor que vivía por los alrededores.
A la hora exacta la Sra. Carmen salió a la calle para cerrar la reja.
Entonces vio un pequeño bulto debajo de la acera. Fue a mirar, se trataba de una bolsa con dinero. La cogió, cerró la puerta, llamó a su compañera que se encontraba limpiando y le dijo:
―Mira
lo que he encontrado, acompáñame, creo saber de quien puede ser.
Fueron por calles oscuras hasta encontrar la casa que suponían.
Llamaron a la puerta y salió una mujer.
—¿Su
marido ha perdido algo?
La mujer contestó:
—No
se, ahora le llamo.
Salió el marido y la sra
Carmen le preguntó:
—¿Esta
bolsa es suya?
—Si—contestó, y se la
dieron.
Según cuenta la señora, no les
dieron ni las gracias.
—Buenas
noches—
y se marcharon.
Dice el proverbio:
A veces somos buenas personas con gente
equivocada.
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