Trabajo, escribir un relato inspirada en... Reencuentro tras veinte años // Rescatada a los tres días
Uno de los ejercicios que más divierte y ayuda a abrir la perspectiva del escritor/ra, es que cada participante escriba un relato inspirado, o que empiece, por una misma frase.
Es muy significativo, cómo un mismo tema puede tener tan diferente mirada.
Os pongo unos ejemplos de varios relatos inspirados en esta frase.
REENCUENTRO TRAS VEINTE AÑOS.
Este relato empezó durante la guerra civil española. Yo no había nacido pero mi madre me lo contó infinidad de veces. A mi padre Francisco lo destinaron a un cuartel de soldados, en Estivella, un pueblo de la provincia de Valencia. En casa no sabían dónde se encontraba, pero preguntando, mi madre averiguó su paradero. Sin pensarlo mucho cogió el tren, acompañada de su hijo de corta edad y su madre. Al llegar a Estivella se dirigieron a la primera casa que vieron, llamaron a la puerta y les abrieron dos mujeres, que, sorprendidas, les preguntaron quiénes eran y qué querían.
_Venimos a visitar a un
soldado, nos han dicho que en este pueblo está su cuartel, pero no sabemos por
dónde se va.
Las mujeres, muy atentas,
contestaron:
_Nosotras les acompañaremos.
Llegaron al cuartel,
encontraron a mi padre y pudieron hablar con él sobre media hora. Cuando
terminaron era casi de noche. Aquellas mujeres les preguntaron si tenían dónde
quedarse a dormir, a lo que la abuela se apresuró a decir que no.
_Pues entonces se quedarán en
nuestra casa.
Así lo hicieron. Por algún tiempo estuvieron en contacto, pero fueron pasando los años y poco a poco se quedaron sin noticias unos de otros.
Un domingo por la mañana se presentaron
en nuestra casa dos chicas desconocidas, preguntando:
_¿Aquí vive un matrimonio que
durante la guerra estuvo en Estivella?
Mis padres no entendían nada,
pero contestaron que sí. Entonces las muchachas respondieron:
_Nosotras somos las hijas de
María, vamos de excursión y nuestra madre nos ha pedido que intentásemos
encontrar al matrimonio del que guardamos muy buenos recuerdos.
Fue una sorpresa saber que
aquella gente seguía recordándonos, y por eso, pasados unos días, mis padres y
yo, que ya tenía diez años, cogimos el tren y llegamos hasta su casa. Fue un
encuentro muy emocionante, hubo risas, lloros… ¡Habían pasado veinte años!
Nuestros respectivos padres se hicieron mayores y poco a poco fueron muriendo, pero sus hijas y yo nos vemos con frecuencia, y cuando nos encontramos, siempre me dicen:
“Tú y nosotras nunca perderemos nuestra
especial amistad”.
(Paquita)
Feina més de 20 anys que no sabíem res l’una de l’altra: la meua millor amiga.
Només sabia que vivia a Torrevella i tenia tres fills. Els telèfons ja no eren els mateixos i les xarxes no ens agradaven. A una companya del treball li van dona la plaça a Torrevella:
-Pots preguntar, quan arribes al teu institut, per Rosalia, la professora de plàstica?
-Saps que hi ha més de 10 centres de secundària en eixa ciutat ?! Però si està allí li donaré el teu número de telèfon- Em va respondre.
Al mes de setembre vaig rebre una telefonada. Era ella! També m’havia estat buscant.
Vam quedar en vore’ns a València, el lloc on vam passar els nostres millors moments. Passejant per la ciutat agafades del braç , ens vam posar al dia. Estavem emocionades i eufòriques! La sensació de que aquestos vint anys vam passar sense canviar la nostra relació era gratificant, és més, ens enriquíem mútuament contant-nos les nostres experiències més íntimes, eixes que no contes a ningú. Teníem la sensació de que s’estava tancant un cicle.
Ara quedem una vegada a l’any per a dinar juntes, i quan ho necessitem ens telefonem.
(Alicia)
―Una rosa dos euros—me ofreció con gesto rápido. Miré al
frente y vi un jovencito de unos catorce años, tenía rasgos asiáticos y era
guapo. Cada día venía con una rosa y yo le daba dos euros.
― ¿Qué no sabes español? ―dijo una vez.
Le miré extrañada y con
gestos me pidió un lápiz y papel para anotar el nombre de las cosas en español
y al lado en inglés. Aprendía rápido y se veía muy inteligente. Al poco tiempo
nuestra conversación fue más fluida. Me contó una historia un tanto extraña:
alguien del consulado de Bangladesh en Barcelona traía chicos de su país
reclamando que eran sus hijos menores de doce años, a cambio de mucho dinero
que tenían que pagar los padres en origen. Si no podían cubrir toda la deuda,
la terminaban de pagar los chicos con la venta de flores. Estaba preocupado
porque le caducaba su estancia en España y al día siguiente fuimos juntos a
renovarle los papeles. Tiempo después me enteré que había sitios en Barcelona
con gente formada que ayudaba a otras personas, de una manera desinteresada en
estas y otras gestiones, también daban clases en español: hacían lo que podían
por los migrantes. Un día vino muy contento porque ya llevaba un tiempo
vendiendo rosas en un bar, cuyo dueño por lo visto era una excelente persona
con ganas de ayudar. Eso me dejó tranquila ya que yo estaba preparando mi
regreso al pueblo.
Su recuerdo
acude a menudo a mi mente. Ojalá tenga mucha suerte, un buen trabajo, una vida
tranquila y en paz. Hace casi veinte años que no lo veo. Tal vez mañana al
doblar la esquina me lo encuentre. ¡Tal vez!
(Isabel)
- ¿Vols que quedem a pendre un
café?
- Val, perfece. Xarrarem.
- ¿Quant anys han passat,
vint, trenta, o son més?
Es van sentar en una tauleta
al costat de la finestra. Davant un tallat descafeinat. Descafeinat com elles
després de tants anys. Van conversar un poc per damunt de les coses que els
havien passat, dels fills que van nàixer i dels que no van nàixer mai.
I van recordar la discusió que
va tindre el pare d’una amb l’avi de l’altra. Igual no havia estat bona idea
retrovar-se, en donar-se per bona aquella cançó tan bonica que parla de “al
lugar donde fuiste feliz no deberias tratar de volver.”
-¿Com esteu?- diu una, i
l’altra conteste:
-Be, ¿I vosaltres?.
-Be també.
I prou, no ixen més paraules,
no hi ha rés més a dir.
(Teresa)
Dos amigos que estudiaban juntos,
terminaron la carrera y cada uno marchó a una ciudad a buscar trabajo, pero la
amistad nunca la perdieron, pues se escribían y telefoneaban continuamente.
Al cabo de veinte años decidieron
reencontrarse de nuevo y quedaron en una de las ciudades. Habían cambiado tanto
que al principio no se conocieron, pero mirando fotos anteriores que uno de
ellos llevaba, no tuvieron duda: ¡Eran ellos!
Tuvieron una inmensa alegría y
decidieron verse más a menudo, pues estaban muy cerca uno del otro.
(Sebastiana)
Otra frase compartida de la que sacar un relato, fue:
RESCATADA A LOS TRES DIAS.
RESCATADA UNA MUJER DE UN RETIRO VOLUNTARIO
Tras tres días de búsqueda incansable por parte de familiares, Policía, Guardia Civil y voluntarios, aparece Rosa en el interior de una pequeña cavidad natural de la montaña del pueblo.
La mujer, al ser encontrada, dice al operativo que solo se había tomado unos días de descanso alejada del mundo para reconectar y recargar las pilas que dice haber tenido bajo mínimos.
Rosa aparece en perfectas condiciones físicas, ya que se ha alimentado e hidratado durante los días que ha estado lejos de casa. Asegura que se encuentra mejor de lo que estaba antes. También dice haber podido disfrutar y valorar del silencio en medio de la naturaleza, ya que afirma que es algo poco o nada valorado hoy en día por la sociedad hiperconectada que habita la ciudad.
La jubilada anima a la gente, ante los medios de comunicación, a que se tome unos días de verdadero descanso apartada de todo y todos, teniendo como únicos compañeros de aventura al silencio, la soledad, los rayos del sol y las caricias del viento. Además, asegura que esto les ayudará a reconectar con uno mismo y valorar mucho más las pequeñas cosas que se tienen a diario.
Por su parte, sus familiares y amigos, una vez pasado el susto, están planteando hacer lo mismo visto el éxito de la experiencia en ella. Eso sí, avisando a alguien de lo que van a hacer para ahorrar el mal trago y angustia que han sufrido durante estos tres días de “desaparición”.
Con el frenesí del trabajo y obligaciones diarios no se dieron cuenta de que su querida Rosa estaba reclamando con gritos silenciosos un parón más que necesario. Así, dicen que han aprendido la lección y empezarán a preocuparse más por los que tienen al lado y también dar menos importancia a situaciones propias mucho menos importantes.
«Sin duda Rosa nos ha dado una lección de vida a todos, pero empezando por ella misma», asevera una de sus sobrinas. Y no le falta razón, pues muchas veces obviamos lo que tenemos a nuestro alrededor.
Ciertamente todo es más sencillo y beneficioso para nosotros, cuando lo vemos con el sosiego de alma que es necesario y dejando de lado el pensamiento egoísta que se ha adueñado de la sociedad actual.
(Aaron)
En un pueblo muy pequeño
vivía una familia muy humilde, compuesta por el padre, la madre y tres hijos.
Pablo era el mayor, le seguían Carmen y Teresa.
El mayor siempre tuvo celos
de sus hermanas. Un día tuvieron una pequeña discusión y Pablo desapareció.
Nadie sabía su paradero, sus padres recorrieron toda la casa, muy grande y con
muchas habitaciones, establo, etc. También preguntaron por el vecindario, pero
nadie lo había visto.
Junto con la policía
rastrearon los alrededores, pero no se encontró rastro del chico, en Pablo
había subido a un tren con idea de alejarse de su casa.
La guardia civil a los tres
días dio con él, en una estación de una pequeña ciudad. Al recogerlo se puso a
llorar, y en regresar a casa pidió perdón, diciendo que jamás lo volvería a
hacer: lo había pasado muy mal.
(Paquita)
—Oye María, ¿Has visto a mi perrita ?
—¿La Chiqui? No, no la he visto.
―Se me ha escapado al oír un cohete. – le dije – Todavía
no ha regresado y siempre lo hace.
Esa noche dejé la puerta de la calle entreabierta, busqué un asiento
cómodo y me senté a esperarla. Al día siguiente la Chiqui no había regresado, salimos a buscarla con mis hijos que
estaban de vacaciones, pero no pudimos dar con ella. La Chiqui era mi compañera,
escuchaba y entendía siempre lo que le decía y yo sabía lo que ella quería.
Al tercer día seguía perdida, mis hijos estaban en
Valencia con unos amigos, y al regresar preguntaron por la Chiqui y se fueron a su casa. Helena le dijo a
Roberto lo muy extraño que era el que no hubiera regresado, ella siempre lo
hacía.
—La mama la quiere mucho – dijo Helena. Cogieron una
linterna y se fueron a buscarla por los alrededores de donde se había perdido.
Al rato oyeron unos débiles gemidos, miraron por el entorno y vieron un agujero
medio tapado de casi un metro de profundidad, al fondo estaba la perrita
afortunadamente viva. La cogieron y la llevaron a casa, estaba temblando, pero
su alegría no tenía fin.
Desde entonces cuando se acerca San Juan o alguna fiesta
donde echan petardos, la llevo atada, aunque sé que no le gusta, le explico por
qué la ato y creo que lo entiende.
La Chiqui fue la mejor perrita que he tenido, buena,
inteligente, cariñosa. Confiaba en mi totalmente.
Fue mi compañera.
(Isabel)
Una niña fue secuestrada en un parque
cuando estaba con las compañeras del colegio, que dieron la voz de alarma.
Los padres, familiares y demás vecinos, estaban desesperados
y empezaron su búsqueda por todos los sitios que hubiese podido estar.
Afortunadamente, a
los tres días la encontraron en una casa abandonada.
La niña estaba muerta de miedo, pero cuando vio a sus padres tubo una inmensa alegría, al poder estar de nuevo en casa con ellos: nunca más se apartaría de su lado.
(Sebastiana)
Silenci. Nomes anyorava el silenci. Estae molt cansada.
Cansada de tots i de tot.
Cansada del seu home. On s’amagaba aquell xic tan templat que
li feia dibuixos i li escribie poemes? On estaven aquells cabells rosos i
suaus? Pot ser estaen sota els pocs cabells blancs que li quedaven? Sentia que li
havia passat la vida per damunt, com una ona gegant, arroblin-lo com a ella,
com a tanta gent …
Cansada dels seus fills. Pot una mare dir tal cosa? Si. Pot.
A vegades la veritat no es lo més correcte. Ells eren la raó de la seua vida,
no tenien mal cor. Però eren massa grans ja per a pensar només amb ells i
tindre a la seua mare com si fose un abocador de frustacions.
Cansada de fer-se carrec d’aquells dos pressiosos animalets
que la miraven en tot l’amor com volent dir “menys mal que estas tu, t’estimem tant”…
Als seus els va dir que “anava al super” pero ja no va tornar.
La casa de la meua veina i amiga, estae tant prop de la seua
i a la vegada tant lluny…
Imaginave que la seua familia patirie per la seua imprevista e inexplicable absencia, pero el seu cap i el seu cor
necessitaven allunyar-se. No contestae al móvil, ni ella va cridar tampoc a
ningú. La gent que pasave pel carrer no notae que la casa estaba habitada. No
encenie la llum del menjador i feia la vida a la part de darrere que per sort
disposava d’una terraseta asolejada.
Quan van pasar tres dies la culpabilitat l’ofegava. Resignada va tornar a la que era sa casa i se va quedar al brancal, resistint-se a creuar-lo. Al vore l’ombra les gosses van començar a lladrar i el seu fill va eixir a vore que passava.
Callada i trista va entrar. Volia gitar-se.
Ja era de nit i ella se sentía una pressa de tercer grau que
tornae a dormir.
(Teresa)
Triste,
alicaída, perdida… así se sentía Júlia los últimos días, mientras observaba resbalar las gotas de lluvia, a través de la
ventana de su habitación.
Ajena
a la vida que discurría en las calles de su ciudad, permanecía encerrada en su
apartamento. No quería ver a nadie, ni tenía nada de qué hablar, se decía a sí
misma y a quienes preocupados por ella, la llamaban por teléfono o intentaban
que contestara a sus mensajes.
Durante
las últimas semanas todo a su alrededor parecía haberse vuelto en su contra:
problemas en el trabajo, diferencias con compañeros que a ella le parecían insalvables, discusiones con la
familia sin motivo aparente… Todo y todos parecían haberse vuelto en su contra.
Llevada
por esta angustiosa situación, decidió parar y apartarse de todo. Encerrarse en
su casa le parecía la solución, aunque en su interior sabía que era justo lo
contrario a lo que necesitaba. Estuvo dando muchas vueltas a la cabeza, y
muchas noches sin dormir.
Hoy,
viendo la lluvia caer suavemente, seguía pensando, analizando lo que estaba ocurriendo y siempre
llegaba a la conclusión de que en realidad nada era tan grave como le parecía. ¿Por
qué esa angustia? Se trata de un cúmulo de circunstancias que no le dejan ver
más allá. Sí, es eso: los árboles no le dejan ver el bosque…
Justo
en ese momento sonó el timbre de la puerta, un sonido que pareció devolverla a la realidad. De
repente se percató que había perdido la noción del tiempo. Miró a su
alrededor y se dio cuenta de que llevaba varios días sin recoger la
casa, comiendo cualquier cosa, sin arreglarse y sin preocuparse por nada ni por
nadie. Y lo que es peor, sin preocuparse por ella misma.
Sonó
de nuevo el timbre, ahora varias veces, transmitiendo la impaciencia de quien
está al otro lado de la puerta, que sabe que hay alguien en la casa que debe
abrir, pero que teme que por algún extraño motivo nunca se abra esa puerta que les separa.
Una
última llamada acabó de espabilarla. Se levantó del sillón y
despacio llegó hasta la puerta de la entrada. Abrió y al otro lado encontró la
cara, ahora sí, aliviada de su hija quien, sin mediar palabra, esbozó una
amplia sonrisa, fundiéndose ambas en un abrazo. Un abrazo de esos que
lo curan todo.
Se
sentaron frente a una taza de café y hablaron. Demasiado tiempo sin verse, sin
tocarse, sin abrazarse, sin darse esa energía que siempre se daban mutuamente,
cada una en su papel. Aclaradas muchas cosas, Julia escuchó decir a su hija:
―Todo va a salir
bien.
En
ese momento notó cómo todas las piezas encajaban, cómo todo volvía a su sitio y
tenía sentido.
En
ese momento, tras tres días de búsqueda, Julia recuperó la ilusión y la alegría
de vivir. Recobró su
felicidad.
(Sandra)
CONCLUSIONES
Ha sido enriquecedor comprobar cómo las participantes han optado por diversas miradas, desde "recuperar" una amistad, una mascota, un sentimiento, etc..
También ha sido muy gratificante la presencia de varias participantes de más de setenta años. Para ellas ha supuesto un reto importante hacer frente a una actividad como esta, siendo que por razones obvias, en su juventud no tuvieron acceso a demasiada formación, los años han ido pasando y ahora, coger un lápiz, pensar en una historia, y plasmarla en el papel, ha supuesto toda una aventura. La ilusión demostrada y sus ganas de superación son una inspiración para las más jóvenes.
Algunos de los consejos de mejora que les he propuesto al revisar su primer texto, han sido:
Revisar el orden del sujeto, el predicado, y sus complementos, para que gane en concordancia.
Quito “al final por suerte “ y lo sustituyo por solo una palabra “Afortunadamente”
En la frase “en una casa que estaba abandonada” borro “que estaba”, para dejarlo solo en “casa abandonada”.
Añadir siempre los guiones de conversación al iniciar la frase correspondiente.
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